¿Cuántos grupos humanos te parece que habitaron el territorio de
la actual Argentina hace miles de años? Sin duda, fueron muchísimos y habitaron
en diferentes regiones: en selvas húmedas, calurosas y de vegetación tupida, en
zonas frías y montañosas, en extensas llanuras o en áridos desiertos.
Se llamaron a sí mismos Selknam,
Wichis, Aonikén, Guenakén, Huarpes, Pehuenches, Querandíes y con otros tantos nombres más.
Los grupos con diferentes técnicas y herramientas, se las
ingeniaron para obtener lo que necesitaban y aprovechar los recursos de la
naturaleza. Esos hombres y esas mujeres, a lo largo de muchísimos años, crearon
sus propias lenguas para comunicarse, fabricaron sus casas y sus elementos para
trabajar, formaron sus familias y educaron a sus hijos. Buscaron o
produjeron sus alimentos, adoraron a sus dioses, fueron a la guerra cuando lo creyeron
necesario; en una palabra, construyeron su propia cultura, es decir, una forma
particular de vivir y entender el mundo. Como nosotros, pero en otro tiempo.
TRAS LAS HUELLAS DEL PASADO
¿Cómo sabemos acerca de la vida de los primeros pueblos? Estos
grupos no habían inventado la escritura tal como hoy la conocemos. Sin embargo,
existen otros modos de conocer culturas tan antiguas. ¿Cómo? Con el estudio de
los restos que han quedado: tumbas, armas, recipientes, restos de comida,
tejidos, herramientas de trabajo y, a veces, hasta aldeas completas. También
mediante el análisis de los petroglifos, que son dibujos hechos sobre
rocas, y de las fotografías o dibujos que hicieron que ellos hicieron de ellos
los conquistadores europeos.
Pero, si bien todos estos restos son fuentes de información, lo
cierto es que no hablan por sí mismos. Es necesario interpretarlos. De esta
tarea se ocupan diferentes profesionales: arqueólogos, antropólogos e
historiadores.
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